“El Buto”
Minutos después de las 21:00 horas de un viernes personal del hospital general reportó a las autoridades del ministerio público, el deceso del famoso personaje alias “el buto” de nombre (Luis Alberto López Pérez) para llevar a cabo las diligencias correspondientes. Falleció a los 87 años, debido a que ingresó al nosocomio por un “golpe de calor” que luego se transformó en un cuadro de una neumonía crónica, según fuentes extraoficiales. El “buto” quién desde muy joven ya se le veía vagando por las calles del primer cuadro de la ciudad por la década de los 70, vecinos de la calle “5 de mayo” por la “Luis Zúñiga” veían bajar a un muchacho moreno que necesitaba la asistencia de 2 personas para transitar la empinada cuesta, sobre todo de bajada. Aunque al principio su aspecto provocaba miedo a los niños, pues no caminaba ni hablaba bien y sus sonidos guturales parecían más bien agresivos, inmediatamente se daban cuenta de su carácter bromista y burlón. Pronto se hizo de amigos a su paso y los saludos se tornaron en bromas pesadas que incluían la palabra ¡puto!, mote con el qué lo recibían a manera de cumplido, intuyó el peso de la expresión y en seguida la asumió para regalarla a todos sus conocidos, sólo qué por su falta de dicción lo llevaba a gritar “¡buto!” y así se le quedó. Por mucho tiempo era un espectáculo verlo llegar al mercado “José María Pino Suárez”, los locatarios principalmente los carniceros hacían un gran ruido con cuchillos y chairas, mentadas de madre y reclamos debido a sus ausencias. Ellos eran los qué le procuraban el alimento e incluso la ropa, con el paso del tiempo dejó la casa donde vivía o perdió quizás a sus parientes y protectores, pero la comunidad del mercado se convirtió en su familia.
También fueron ellos quiénes lo indujeron a tomar cerveza cuando lo invitaban en las cantinas o en las fiestas gremiales, navideñas o de aniversario. Motivo no faltaba. Impedido en muchos sentidos, su vida era recorrer las calles desplazándose con 4 extremidades ya qué no podía caminar erecto debido a un padecimiento genético debido a un problema en la columna vertebral, quién iba a centro y no lo veía, se perdía de algo peculiar, se convirtió en todo un ícono. Dormía algunas veces en las afueras de las instalaciones de la “Cruz Roja”. El grito de “buto” se le aparecía por donde fuera y lo recibía gozoso, contento de sentirse integrado. A los pocos metros de caminata se detenía y pedía un cigarro, fumaba recargado en una pared, desde donde chuleaba a las muchachas qué pasaran cerca, con regular frecuencia las perseguía tan sólo para asustarlas, pero si tenía la oportunidad, aprovechaba la cercanía y les apretaba las piernas, después este pasatiempo se volvió más difícil pues todo el mundo femenino sabía ya que había que sacarle la vuelta. No era necesario conocerlo de mucho tiempo, con gritarle su sobrenombre se convertía en tu camarada, especialmente si traías cigarros... Sus fotos en el periódico eran frecuentes también su imagen en los noticieros televisivos. Quiénes lo conocieron, sabían qué pesaban sobre él varias leyendas: que si había sido alguien millonario o que fue embrujado y por eso caminaba en 4 patas. Un día causó revuelo porque lo atropellaron, lo que entristeció a todos, cuando se supo qué no fue para tanto y convalecía, nada más y nada menos en el hospital “Sharp”, la alegría fue generalizada, fueron de ciertamente los momentos más glamurosos de su azarosa existencia. El seguro del atropellador permitía una ancha franja de gastos médicos de
modo que el “buto” cambió el duro suelo por mullidas camas y almohadones sobre limpias sábanas donde se reía a carcajadas con sus visitantes. De todo hubo en la vida de este trashumante. Hasta le tocó vivir varios episodios con los hombres de la política, estos soportaron la cercanía evidentemente no deseada pero útil en la búsqueda de simpatías. Sus últimos días los pasó feliz en el albergue “Una Gota en el Océano” pues ahí lo atendían y se preocupaban por sus necesidades desde hace buen tiempo. Hay que considerar los instantes de miseria, marginación y sufrimiento físico que lo marcaron durante toda su vida.
FIN.
Fuentes:
Periódicos:
- “El Debate”
- “Noroeste”
- “El Sol de Mazatlán”
Sitio:
- “Sinaloa en Línea”.